Archivo de la categoría: Romanticismo camuflado

El truco final – El prestigio

-Te quiero mucho.
-Hoy no.
-¿Qué?
-Hay días que no es cierto, y hoy no es de verdad. Quizá estés más enamorado de la magia que de mí. Te aseguro que me gusta notar la diferencia, hace que los días que es verdad sean especiales.

El truco final – El prestigio

Sigue leyendo

Etiquetado , , , ,

Gestos grandilocuentes.

Hoy os traigo otra de esas entradas en las que cuento cómo me gustaría que actuaran los hombres como mujer dominante y difícil de satisfacer. Domingo, 10 de marzo de 2013: cómo hacer que Sad Sonnet vuelva a estar contenta y dando mucho amor después de estar terriblemente enfadada y echando espumarajos por la boca durante días, meses, años o eternidades completas. Hoy, gestos grandilocuentes.

Sigue leyendo

Etiquetado , ,

El día de San Valentín, un búnker, y lo que surja.

No sé si os habéis dado cuenta, pero en esta época del año sólo existen dos temas de conversación en el mundo, y por ende, en las redes sociales (que es lo que a fin de cuentas me jode porque veo ciento veintiocho personas comentando lo mismo y acabo QUERIENDO MATAR GENTE), y son los exámenes universitarios y San Valentín. Dentro de este último, encontramos que los temas se clasifican a su vez en dos tipos según defensores y detractores: «Estoyenamorad@yvomitoarcoiris» y «NadiemequiereodioSanValentínypodéismorirlosemparejados«. Y como ambos me parecen soberanas estupideces y me provocan acidez, vengo aquí a buscar un candidato para ayudarme con mi propósito de este año para el 14 de febrero.

Sigue leyendo

Etiquetado , , ,

El hombre de mi vida.

¿Cuántas veces alguno/a de vosotros ha pensado que ha conocido a la mujer o al hombre de su vida? Pues a mí eso me pasa mucho. Dos o tres veces por semana. La última ayer, cuando por recomendación de un amigo (muy raro él, pero simpático cuando no abusa de comentar lo protestona que soy) empecé a ver Torchwood. Serie altamente recomendable por lo que llevo visto, que son dos capítulos. Y aquí he conocido yo a mi último amor: El capitán Jack Harkness.

Ay Dios mío. HOLA.

Sigue leyendo

Etiquetado , , ,

Amaneceres y pijamas de ranitas.

Hacía mucho que no veía amanecer. Por lo menos plenamente consciente y sin seis Bacardis encima. Y resulta que para un día que no podía dormir y me asomé a la ventana, no fui capaz de recordar la existencia del maldito edificio de enfrente. Me lo iba a perder, y no me daba la gana.

El puñetero disco de Rulo agonizaba compartiendo voz con Bunbury. Y me he abrazado fuerte a mi tequila, contándole las cosas que nunca haremos,  en Plaza Garibaldi se hace de día… y yo en mitad gritando: «Te echo de menos». Y tú que no estás, y el sol que tampoco, y mi depósito medio vacío, y yo que de repente me río. Y me recibe el Mirador, por primera vez en mi vida, cerrado. Sigo riéndome, pero no sé por qué, y salgo del coche. En pijama. Joder, sigo con el pijama de ranitas. Menos mal que combiné las converse con una sudadera de nieve del mismo color. Me siento ahí, al lado del coche, a ver clarear el cielo y cómo se va empapando mi pijama rojo. Me llora un ojo, que es una cosa que me pasa mucho cuando me río hasta dar palmas sin respirar, pero con el otro empiezo a ver cómo sale el sol por detrás del Monte. Y yo en mitad gritando: «Te echo de menos».

 

Sad Sonnet.

Etiquetado , , , ,

Clases prácticas para penes (en clave de humor).

Yo, que padezco de subnormalidad profunda, nunca me he atrevido a comentárselo a nadie para que la gente no sepa que soy imbécil. Pero ahora que he descubierto que no estoy sola, y tras un par de meses de reunión de «consejo de sabias», muchos cafés y bastantes copas, he decidido que voy a hacer una mini-entrada de guía práctica que la gente con pene debería tener en cuenta.

En primer lugar, quiero dejar claro que estas son una serie de opiniones y conclusiones a las que hemos llegado después de mucho despotricar y muchos insultos constructivos. Y nuestra primera conclusión empieza aquí:

Nosotras somos HUEVONAS. En mayúsculas y a lo grande. Y lo asumimos y aceptamos con orgullo y satisfacción. Partiendo de esta sencilla base, continúo con el resto de conclusiones.

A ver, gente con pene, no prometáis lo que no vais a cumplir. Y aquí meto planes para el futuro, cosas que comentáis que queréis hacer con nosotras, ese teórico tiempo infinito que vais a pasar en nuestra compañía, y estupideces varias. Si no queréis hacerlo, no pasa nada. En serio, da igual. Si no tenéis que vendernos ninguna moto para follar, nosotras también queremos y no tenéis que prometernos nada si no queréis hacerlo, lo ibais a conseguir igual y nosotras nos ahorramos el disgusto de que nos dejéis plantadas. Así de tremendamente sexys sois y así de tremendamente fáciles somos en realidad nosotras.

Y joder, ya que estamos, dejadnos enfadarnos y despotricar y cabrearnos y poneros a parir. Vuestra única obligación en esos casos debe ser venir arrastrándoos y pidiendo perdón suplicando clemencia y que no estalle la ira de todos los dioses del Olimpo. No darle la vuelta a la tortilla COMO HACÉIS SIEMPRE.

Como dato número dos, aquí hemos llegado a la conclusión de que lo de «follamiga» suena de pena. Por favor, desterradlo del vocabulario. Es que nos suena espantoso. Como si tuvierais exclusividad, pero sólo para el gozo terrenal y cuando se compliquen las cosas, fuerais a huir corriendo despavoridos. No, no mola.

Detalles para con nuestra persona, bien; contar a quién os queréis tirar/que buena está vuestra amiga la puta que por norma general odiamos, mal. Que mencionéis siquiera a alguna amiga nuestra, HORRIBLE. BAJÓN DE AUTOESTIMA QUE NO SUPERAREMOS NUNCA. CHOCOLATE, VIRGINIDAD, HORROR, GRANOS, OBESIDAD MÓRBIDA.

Que quedéis con nosotras y estéis hablando con otras vía whatsapp/sms/tuentichat/mensajes de humo, fatal.

Y bueno, creo que de momento ya. También tenéis cosas buenas, pero os subimos el ego y no queremos eso, porque autoestima, de momento, os sobra. Y si alguien más se siente identificado y quiere unirse al equipo Huevonas, ¡ayudadnos a quemar smartphones! ¡Ayudará a mejorar nuestra existencia!

 

Sad Sonnet.

 

Etiquetado , ,

Mi pequeña cicatriz.

Hoy voy a dedicar personalmente una canción a una persona que una vez desapareció. Porque lo mejor de las canciones es que dicen exactamente lo que tus palabras no saben explicar. Y esta habla de una mujer. De olvidar gracias a la distancia. De cicatrices. Del mes de abril. Y de una ciudad: Barcelona.

Ni Ramblas compartidas, ni atardeceres en Montjuic.  Ni mi lluvia del norte, ni tu Barceloneta en abrilCon tierra de por medio fue más fácil volver a reír. Que San Valentín y Cupido se apiaden de ti…
Es menos peligroso estar solo que cerca de ti y aunque me aprieta el frío parece que ahora soy feliz. El tiempo le ha sentado bien a mi pequeña cicatriz
Un recordarte que es mejor así, un recordarme que es mejor así…
 
 

Sad Sonnet.

(Y que Rulo siga diciendo exactamente lo que mis palabras nunca supieron explicar)

Etiquetado , , , ,

El mail cojonero de San Valentín.

Hoy me ha llegado el primer mail cojonero del año. Este:

Pues una mierda que os comáis, por mentirosos. Porque me creáis falsas expectativas, me decís que me queréis y cuando entro en vuestros centros comerciales todo el mundo me mira con cara de «ES JOVEN Y LLEVA CONVERSE, A ELLA, ¡¡¡A ELLA!!!». No me queréis. Ni vosotros ni nadie. Otro San Valentín que me pasaré comiendo Pringles, viendo The Big Bang Theory con los pies encima de la mesa, y quejándome como Estela Reynolds.

Qué sola estoy, ¡¡¡QUÉ SOLA!!!

Y como tú eres imbécil y yo no me atrevo a nada, pues otro año que me quedo protestando en el blog antes que esperando a que aparezca un ramo de rosas en mi puerta tapándote esa cara de lechuga tuya. O con una tarjetita con una rima cursi. O bombones en el buzón. O sexo en el sofá. O un peluche hortera en el capó de mi coche. O un mail en el buzón de entrada a tu nombre. Qué te costará a ti darme el gusto, coño. Si sólo tienes que darte cuenta de que soy genial y que me quieres. Pero de verdad, no como El Corte Inglés.

Sad Sonnet.

Etiquetado , , ,

Te quiero como…

Te quiero como se quiere a los imbéciles o a los niños cabezotas que siguen metiendo el dedo en el enchufe aunque dé calambre. Y éso no está bien. Yo quiero quererte como quiero a la papelera de mi cuarto, que es un trasto aparatoso y rosa con el que tropiezo cada vez que muevo la silla y es extremadamente molesto, pero que me da una alegría tremenda cuando acoge toda mi basura sin protestar. Sería genial que tú fueras mi papelera rosa. Bueno, no, rosa no. A ti te pega más el amarillo chillón.

Te quiero como quiere uno al repartidor del Telepizza cuando está muerto de hambre, y éso tampoco está bien, porque estoy a dieta para que no se me marque la tripa con el vestido de Nochevieja. Es muy bonito. Repetido, pero bonito. Y yo quiero quererte como quería al calabacín relleno de jamón york. Pero nada, sigo viéndote cara de salsa barbacoa sobre carne de ternera, y ya no sé qué hacer.

Te quiero como a mi esmalte de uñas color verde fosforito. Es barato y poco ponible, aunque mi preferido. Y yo quiero poder llevarte a todas partes. Como si fueras una manicura francesa bonita y elegante.

Te quiero como a mi bañera llena de sales de baño. Pero éso debe ser por el olor de tu colonia. Lo digo porque creo que hasta el momento ni me exfolias ni me dejas la piel suave y con olor a mar. Aún.

Te quejarás de que nadie te quiere, y a mí ya no se me ocurren más formas de quererte. Bueno, sí, la convencional, pero ésa es la más aburrida de todas.

 

Sad Sonnet.

 

Etiquetado , , , ,

Lechuguita.

Mira que es jodido escribir para alguien que no te lee. Porque sé que tú no lo haces, me lo dices tú cuando sale en la conversación el tema de los blogs (y sale, porque ya me encargo yo de que lo haga), con esa cara de lechuga que me pones cada vez que me dices: «Pero, ¿tienes un blog?». Sí, hijo, sí. Y Tuenti, Facebook, Twitter, Tumblr, y no me hago una vida porque el captcha de registro era muy complicado.

El caso es que si esta vez me lees, quiero que sepas que ya no me gustas, y el motivo es simple: es que no follamos. Claro, comprenderás que así yo no puedo seguir mucho tiempo, ten en cuenta que mi gato se murió por éso, y yo tengo miedo a que sea contagioso. No quiero arriesgarme, por si acaso. Y además es que me da la sensación de que tu sentido del humor es un poco limitadito. No me malinterpretes, queda tierno, pero he tenido que comprarme un traductor sarcasmo-castellano para hablar contigo, y voy a tener que devolverlo porque ando mal de pasta, así que nuestra conversación se verá seriamente afectada.

¿Has vuelto a poner tu cara de lechuga? No te preocupes, si la parte positiva es que amigos, lo que se dice amigos, nunca fuimos, así que no tenemos que hacer como si nada aunque nos estemos muriendo de incomodidad. Y luego está la gilipollez ésa de que seguramente tú ya tienes a otra. Que, por cierto y hablando del tema, estará más buena que yo (que no, es que yo soy otro tipo de mujer, más de curvas, pelo a colores y lentillas), pero en algún momento tendrás que darte cuenta de que yo soy mejor en todo lo demás. Coño, que hago unas tortillas que me salen cojonudas, y tú te quieres perder éso y verme jugar al Guitar Hero. Podría perdonarte porque entiendo que ella es más tu tipo y un desliz lo tiene cualquiera (yo, sin ir más lejos, porque las noches y el Almirante son tan traicioneros…) pero entenderás que tampoco me apetece porque ya no me gustas. Aunque ya veo venir que vas a echar en falta mi sentido del humor cuando estés deprimido. No entres en pánico y ponte la Paramount Comedy, el 90% de mis chistes los saco de algún monólogo viejo y trillado que tú no conoces porque vete a saber qué mierda ves en la tele.

Un beso, Lechuguita, procura no echarme de menos.

Sad Sonnet.

Etiquetado , , ,