Archivo de la categoría: Películas y series

Sometime…

Burt: You think you two are meant to be?
Blaine: Yes.
Burt: You think you two have a true love?
Blaine: Yes!
Burt: Then stop worrying.

Glee

El truco final – El prestigio

-Te quiero mucho.
-Hoy no.
-¿Qué?
-Hay días que no es cierto, y hoy no es de verdad. Quizá estés más enamorado de la magia que de mí. Te aseguro que me gusta notar la diferencia, hace que los días que es verdad sean especiales.

El truco final – El prestigio

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Sueños horribles.

Yo soy muy de soñar cosas estúpidas. Hace un par de semanas, por ejemplo, me monté un capítulo completo de Fringe en poco más de tres horas: Era martes y había algo sobre viajes en el tiempo que formaban bucles de paradojas espacio-temporales y sexo con Joshua Jackson. Lo peor de todo es que como yo de física y teletransportación cuántica no tengo ni puta idea, pues me desperté porque no sabía cómo terminar el sueño, que es un poco la cosa más triste que puede pasarte cuando duermes. Y claro, yo me desperté y pensé, «coño, ¿y ahora me voy a quedar con la intriga? No, por mis cojones que no (porque también soy yo muy de decir tacos)», y la solución fue tragarme tres capítulos de la susodicha serie antes de dormir, a ver si retomaba el hilo -sobre todo el tema ése del sexo con Jackson, porque a ver a quién le amarga un bollito de chocolate inexpresivo- y me quitaba la espinita. Bueno, pues soñé con dinosaurios.

Así que después de despertarme toda sudada y sin pantalones, porque los perdí corriendo mientras huía despavorida -cruzando todo Oviedo desde la Fábrica de Armas al MonstruosalidodeMordor del Calatrava- justo delante de un Diplodocus que juraba y perjuraba que era herbívoro y que no quería hacerme daño, empecé a considerar la posibilidad de que tengo algún problema mental. No sé, que me falle alguna conexión neuronal que me impida ser una persona normal a partir de las tres de la mañana (lo que por cierto, explicaría también la pérdida de horizontalidad y orientación todos los sábados). Y con esa preocupación en mente, probé a drogarme. Pero todo natural: Mezclé todas las infusiones que encontré por casa. Melisa, azahar, valeriana, té verde, InfuLínea, cola de caballo, jalea real y no eché Cola Cao porque no quedaba.

Y entré en coma. No literalmente, claro, pero estuvo cerca y temí morir, cosa que también me pasa muy a menudo. Y estaba yo ahí en la cama, soñando una cosa horrible sobre una tele que se encendía cuando le daba la gana, y sólo pensaba que quería despertarme y no había manera. Bueno, horrible. Así que hoy he decidido que voy a pensar en cosas bonitas antes de dormir, a ver si me da buen rollo y sueño con pajaritos, que ya me va tocando. Dadme ideas.

Si me da el sueño, claro, que yo soy muy de insomnio.

Sad Sonnet.

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Otelo.

Me desperté disgustada, pero no lloraba, ni gritaba. Últimamente estaba teniendo un montón de pesadillas, pero ésta me había dejado un mal sabor de boca especial, y aún me retumbaba en la cabeza la B.S.O. que eligió mi torturada mente para acompañar el maldito sueño. There is, de Box Car Racer. Tarareaba mientras decidía que día me tocaba mutilar.

Do you care if I don’t know what to say? Will you sleep tonight will you think of me? Will I shake this off, pretend it’s all okay, that there’s someone out there who feels just like me?

Jueves. Y el agua de la ducha no se llevó los retazos de sueño que aún me quedaban, y que ya sabía yo que me iban a perseguir mucho tiempo. Él. Con ella. Con la persona que más celos podía despertarme. La que conseguía que yo me sintiera inferior día tras día. Los siete días de la semana. Eran felices y yo sabía en el fondo de mi ser que era cierto, que el camino acababa así, que sólo podía estar con ella, que yo nunca lo merecí, que nunca fui suficiente. Voy a llegar tarde, no me da tiempo a secar el pelo y al ritmo que voy, estoy viendo que no voy a ser capaz siquiera de encontrar dos calcetines del mismo color. Igual es premonitorio y a lo mejor consigo ver algo a través del maldito flequillo. Quéhoraesquéhoraesquéhoraesquéhoraes. ¿Podría soportar verle con otra de la mano, o acabaría al borde de la locura, como Otelo?

Salí a la calle con el iPod a toda hostia, los cascos bien incrustados en los oídos, el corazón adormilado, y un peine en el bolsillo interior de un bolso que no hacía juego con los colores dispares de mis calcetines a rayas. Y de repente me he dado cuenta de que es todo una soberana soplapollez, y empecé a sonreír. No se puede tener celos de algo que no se tiene, y he decidido que ya no lo quiero tener. Por mi cordura. Por el bien de mis noches insomnes y mis taquicardias de hamster de salón.

Ojalá supiera cómo hubiera acabado Otelo de no haber perdido la cabeza.

 

 

Sad Sonnet.

Vida y cine.

La vida es éso que pasa mientras nosotros estamos aquí, esperando un aprobado, una sonrisa, un beso, o que alguien se vaya a su puta casa y nos deje en paz. Y cada uno la disfruta como puede, o como sabe, o como quiere. Yo salí el viernes hasta las tantas de la mañana y ayer tuve una de esas resacas jodidas, en las que uno casi prefiere que le peguen un tiro a tener que pasar por éso, así que me pasé la tarde tirada en el sofá, con los clásicos sudores fríos y mala conciencia, esperando a dormirme y despertarme siendo una persona respetable. De noche cambié los planes, y me largué al cine con ese amigo que siempre está ahí para escuchar mis penas de día después de salir. Insidious. Que nos dejó momentazos con nuestros grititos, nuestro saltos asustados, y yo gritando y asustándome porque a él se le ocurrió hacer ruido con la bolsa de palomitas. Y la vuelta a casa viendo luces por todas partes y riéndonos de mí, y cantando éxitos de Hit fm.

Que a lo mejor, la vida que se espera que tenemos que disfrutar es esto. Salir, la resaca, quejarnos de que estaremos solteros eternamente, peli de miedo, palomitas y música aleatoria. O incluso estudiar para que el tiempo pasé más rápido y los planes lleguen más deprisa. O conducir. O esperarte.

Sad Sonnet.

Selección musical del domingo: Kanye West - Love lockdown.

Mal día.

«Sólo hace falta tener un mal día para que el hombre más cuerdo que existe enloquezca, esa es la distancia que separa al mundo del lugar en el que yo habito: un mal día, tan sólo».

Joker.

Hace tiempo comenté que cada una de las decisiones que tomamos a lo largo de toda nuestra vida nos han traído hasta este punto, hasta este preciso momento en el que yo estoy tirada en el sofá con el portátil, y vosotros en la silla, o en vuestros respectivos sofás. Pero hay algo más. Cada una de las personas, cada una de las experiencias que han marcado una huella en vosotros, en mí, han ido forjando nuestra personalidad. Los ideales familiares que hemos escuchado desde pequeños, la política a la hora de comer, cada conversación que nos ha hecho pensar, cada discusión que nos ha hecho cambiar o comprender otros puntos de vista, han forjado un poco más nuestras propias opiniones. Cada una de las veces que hemos conocido a alguien que nos gusta de verdad y no hemos sido correspondidos, las veces que nos hemos callado por miedo al rechazo, la primera vez que nos enamoramos, la primera vez, la primera ruptura, las primeras lágrimas que de verdad son de desamor, hacen que nos posicionemos con respecto a las relaciones, que tengamos miedo, que suframos. Cada golpe, cada herida mal curada, cada cicatriz, han hecho que nos hiciéramos más fuertes, aunque pareciera imposible, para poder levantarnos y continuar adelante. Y cada persona que se va, cada amigo que ya no está, cada persona que perdemos de una u otra forma, nos hace ser conscientes de que al final, sólo estamos nosotros contra el mundo.

Pero, ¿qué hubiera pasado si el día que sufrimos una ruptura, una pérdida, o una de esas heridas profundas, hubiera sido un mal día? ¿Y si aquél profesor que me obligó a llorar para consolarme después nunca lo hubiera hecho? ¿Seríamos perturbados? Cuántas veces habremos pensado en borrar a alguien de la faz de la tierra, pero, ¿seríamos realmente capaces?

¿Sería yo capaz de convertirme en alguna suerte de Joker si hubiera tenido un mal día?

Sad Sonnet.

Sad Sonnet’s Greatest Hits, part II.

Charlie’s greates hits:

http://www.youtube.com/watch?v=mDRGdFjb7w8

#5. El día en el que Cristina me enseñó por primera vez una canción de Héroes del Silencio.

#4. El preciso instante en el que descubrí que me habían admitido en Biología.

#3. El primer beso que mi ex novio me dio en el parque, allá por el 2004.

#2. Mi abuelo peinándome en la galería de Infiesto.

#1. La mañana que desperté dándome cuenta de que volvía a ser capaz de sentir.

Sad Sonnet.

(Entrada estrechamente relacionada con ésta.)

Last chance for one last dance.

Corren malos tiempos para los soñadores.

«Corren malos tiempos para los soñadores».

Amélie (2001)

Es una de esas películas de culto que a mí me dejaron completamente indiferente. Incluso diría que me aburrió. Pero tiene razón, los soñadores estamos jodidos. Tenemos miedo. A intentar elevar nuestra voz y que nadie escuche nuestros gritos de protesta. A luchar contracorriente y que nuestros esfuerzos mueran en el camino. Nos toman por locos si creemos que podemos cambiar el mundo nosotros solos. ¡Escuchadnos! Porque nadie logrará nada si espera a que sea otro el que mueva ficha primero. Nosotros, los soñadores, vivimos con el miedo a describir nuestras ilusiones en voz alta, no vaya a ser que alguien sea capaz de destruirlas. Casi como cuando, de niños, nos prohibíamos a nosotros mismos decir en voz alta el deseo que le pedimos a la estrella fugaz de turno, por si acaso no se cumplía. Nosotros, que creemos que el futuro se puede cambiar, que la política es un fraude, que dominaremos cinco idiomas, que podemos conseguir un futuro mejor, que encontraremos al amor de nuestra vida tarde o temprano, un alto cargo en la empresa de moda, derrocar al Rey, vivir de cientos de utopías, nos acostamos cada noche creyendo que a la mañana siguiente estaremos un paso más cerca. No tenemos miedo de lo que piensen de nosotros y seguiremos adelante, solos, asumiendo que los demás creerán que tarde o temprano nos daremos una hostia que nos bajará al suelo. No será así, nunca será así. Porque nosotros, los soñadores, viviremos siempre arriba, entre las nubes, donde las ilusiones y nuestras creencias seguirán manteniéndonos a flote.

Decidme, ¿Con qué soñáis vosotros?

Sad Sonnet.